dc.description.abstract | Uno de los problemas que pueden enquistar el desarrollo del pensamiento arquitectónico y urbano, de una producción con sentido, es la separación de las esferas del pensamiento y la acción en términos generales, y más precisamente de lo académico, profesional y popular. Desde mi perspectiva profesional y académica, entiendo que se trata de esferas que se nutren mutuamente en un vínculo dinámico y coinciden en la demanda de cuestionamiento, crítica e indagación que debe comprometer esencialmente al hacer proyectual en toda su dimensión. Lejos de cualquier pretendido antagonismo entre estas dimensiones, lo cual considero obsoleto e infundado, entiendo que la exploración y experimentación/ indagación y desafío son inherentes a la producción profesional; que la idea de profesionalismo, tal como ha sido usada para refutar la academia y la investigación es reductiva y falsamente eficientista; y hay sobrados ejemplos de conciliación, dando respuestas con sentido crítico y creativo, con plena conciencia de los problemas y de los contextos en se que abordan. El acto proyectual siempre es indagatorio y crítico, expresa una posición. Entiendo que lo innovativo no refiere a lo extraño, o raro, o lo que nunca nadie vio, sino a lo que todos acostumbramos ver, pero no de esa manera… Hay en la mirada, en la observación intencionada, en la provocación sobre lo que miramos, claves de invención. Lo verdaderamente revolucionario, lo verdaderamente subversivo puede ser la mirada; inquisidora, indagatoria. Mirar y descontextualizar, mirar y re-contextualizar…hurgando la realidad. Cada proceso convoca diversas esferas del pensamiento, contacta lo íntimo (lo que Cesar Naselli llama “humus creativo”). Asi, pone en emergencia nuestro bagaje personal, acervo cultural, disciplinar y vivencial, con el problema que afrontamos; que ofrece también sus propias claves e impone un desafío. En este juego de confrontaciones entre las ideas, el problema, el espíritu y la materia surge el proyecto (un debate de pesos opuestos del que habla Simmel, donde la materia pone en evidencia el espíritu). Vuelvo a la conceptualización a la mirada como percepción integral, inclusiva, como propone Merlaux Ponty y desarrolla también Juhani Pallasmaa. Participo de la idea de un enfoque integral del conocimiento y el aprendizaje, que conjugue los campos de lo vivencial, a la par de lo académico-discilplinar, en experiencias múltiples, que vinculen el pensar, hacer, enseñar y la práctica constante del proyecto como expresión crítica y fruto de indagaciones. Confío en nuevas dimensiones para el espacio académico, desde una territorialidad que exceda los limites de nuestros espacios propios, como estrategia para re- centrar y ampliar el debate arquitectónico y los modos de enseñar, que nos permita pensarnos y re- pensarnos, como apuesta a la construcción colectiva del conocimiento siendo participes de la producción de la cultura contemporánea desde nuestros territorios, en tiempo real. Creo en la posibilidad de explorar nuestro contexto amplio como paisaje social, geográfico, cultural, humano, urbano etc. En la necesidad de encontrar y dar valor a lo que nos rodea para producir conforme al tiempo y al lugar, con el compromiso de ser contemporáneos, de producir, no amparados en la imposibilidad sino seducidos por nuestras condiciones, físicas, geográficas, culturales, de todo orden, como circunstancia y como potencialidad. Como desafío a afrontar desde el proyecto, la investigación y la enseñanza como integridad, se presentará a través de proyectos concretos desarrollados por el estudio -intervenciones en el paisaje urbano y natural- cuyo procedimiento de trabajo se hace extensivo a la enseñanza y experiencias académicas de cátedra, diversos encuentros y redes de trabajo. | pt_BR |